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Channel: Lucia la de Flor
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Hola, les habla mi niña interior.

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Es bien difícil ser sincera conmigo y honesta con mis sentimientos, y después me es difícil ser sincera en mis letras. Decir exactamente lo que siento a veces me resulta como un niño al que le preguntas qué significa algo y te contesta con sus dos o tres palabras del vocabulario de un niño pequeño.

Deducir o sacar conclusiones o entender algo es todo un proceso. Y luego por otro lado no me gusta detenerme a analizar todo porque me olvido de vivir, entonces entre lo que encuentro una medida exacta entre esconderme a pensar o salir a hablar de lo que siento, se me van algunos buenos momentos…

Estoy entre esa línea delgada entre ser yo y alejarme del mundo para estar solita conmigo como cuando jugaba a las barbies y hablaba sola, o, relajarme un poco y jugar un partido de “kitbol” como jugábamos en la casa de mi tía Olga los domingos.

¡Únete! Me dice de pronto mi sistema nervioso invitándome a relajarme y tener una conversación con el mundo, comer entre amigos y reír y acordarme de que no todo en la vida es reflexionar… y después en las noches mi Lucía intensa me pide que hablemos de todos los porqués del mundo, haciendo viajes mentales a mi pasado y pensando en mi futuro… es realmente desgastante.

Pero no recuerdo haber sido de otra manera… desde que tengo poquitos años hacía preguntas raras… ¿Mamá si la fe mueve las montañas quiere decir que si me aviento del balcón queriendo volar y realmente lo quiero vuelo? ¿Mamá si el cielo es para siempre me da miedo el para siempre, no puede terminarse algún día? ¿Mamá, si le pido a Dios que reviva mi muñeca crees que pueda vivir?


Quería ser mamá desde niña, me gustaban mucho las muñecas y abrazarlas y las llevaba al súper. Y también quería ser algo así como una gran protagonista y en mi egocentrismo me gustaba jugar sola… teníamos una caja de disfraces que usábamos después de comer mientras mis papás dormían su obligatoria siesta de 3 a 4.

-       ¡Lucía tú ve por los disfraces te toca!

Iba de puntitas de su cuarto al baño, Efraín me esperaba y observaba mis movimientos… yo agarraba la caja veía que estuvieran los principales: “Frankistein” caperucita y trapos para usar. Los disfraces tenían un olor muy particular, a viejo, a listón dorado desgastado… a disfraz.

Cuando tenía la capa de caperucita puesta y estaba en el jardín era simplemente la grandeza más gigantesca que una niña podía sentir… tocaba los árboles y caminaba como princesa según yo y hacía mil y un fantasías en mi cabeza y en mi juego no existía nadie más que yo y una historia inventada… hoy que soy grande y veo cuando mis sobrinas juegan me boto de la risa, le hablo a alguien para que las espiemos juntas hablando solas, es chistosísimo, seguro mi mamá desde el balcón se aventó unas mías… que risa…

Y pensar en ello me recuerda a que no se parece nada mi pasado comparándolo con el dolor de cuello que desde hace dos meses no me deja en paz…

He pensado en esos días últimamente… es como si estos dos meses mi niña interior y yo estuviéramos con la capa roja teletransportándonos al jardín de mi casa con los árboles de mandarina, “abuacate” y limón… con el olor a pasto por el calor y Lucas siguiéndome a todos lados mientras jugaba sin ladrar, quietecito, como si entendiera el poder de mi fantasía y la seriedad de mi juego…

Después iba a misa de los Xaverianos pero los de Altamira… Yo amo los de Yaquis pero en Altamira jugaba a que era un castillo y yo vivía en el siglo 18 entonces me ponía el vestido más hampón cosa que hacía feliz a mi mamá porque las otras niñas de mi escuela nunca querían, pero yo accedía porque viajaba en el tiempo y necesitaba una falda amplia, así que no se lo decía y le daba gusto, pum, mataba dos pájaros de un tiro. Y no estaba tan chiquita, pero seguía en mi mundo y nada me lo impedía…

Caminaba lento como en las películas viendo cuadros y redactaba una novela en mi cabeza… que si yo era huérfana y me llevaban a vivir a esa casa, que si yo era institutriz e iba a conocer a mis niños que iba a cuidar… que si iba a conocer a mis padres después de que nos habían separado por la guerra. Sí, creaba una atmósfera dramática donde algo estaba a punto de pasar. Luego saludaba a los padres de ahí y me hacía la que estaba normal, pero yo estaba en medio de mi juego.

Y así me he sentido estos días… trabajando pero en mi mundo, en un bar echando platiquita pero en mi mundo… pensando, pensando cosas que hasta me dan miedo.

Saludando a gente como saludaba a los padres, pero queriendo inmediatamente estar de vuelta conmigo misma pensando algo más… sensible, sensible a la música que es la única que me hace sincerarme un poco y llorar.

Es cuando entiendo que no importa ser yo con todo lo que las consecuencias conlleven, lo que importa es no hacerme a un lado. Es decir, estos días he dejado correr y jugar a mi niña interior y la he respetado con todas esas fantasías que a veces causan dolor cuando no se ven echas en la realidad, cuando probablemente la mujer que soy la defraudan un poco pero trato de calmarla y decirle que aunque no tenemos un príncipe y no somos mamás como ella hubiese querido, nos hemos salido con la nuestra.

Y es cuando encuentro que así es la vida, aprendes a salirte con la tuya, aprendes a jugar con el trapo que te den, aprendes a crear tu mundo en la situación en la que te encuentres y que las fantasías en la mente también se cumplen a modo de juego… que en mis letras puedo crear miles de príncipes azules con novelas que sólo en mi mente viven y que mi felicidad está a tope incluso en medio de la tristeza.

La plenitud es eso, jugar con lo que tienes. Es por eso que estoy bien. Abrazo a mi niña y le hago cosquillas y le digo “esto es lo que hay ¿qué haremos con lo que sí tenemos?”

-       Bueno, vamos a jugar a escribir – me dice con esa voz chillante de niña chiquita- vamos a intentar olvidarnos de lo que no ha llegado y comprar unos cojines nuevos para nuestro edredón… vamos comprándonos una falda de tul que se parezca a las del siglo 18 –sigue hablando y se inspira - vamos escribiendo un libro… vamos jugando a que mi mamá nos escucha y hablando con ella en las noches… y que nos abrazaba y nos contaba un cuento para dormir… ¡Sí! Y luego que en la mañana nos hacía desayuno al “cabos” yo sé cómo preparaba los huevitos. Y que teníamos el pelo bien largo y que nuestro coche era uno de esos antiguos… y que… y que… ¡Y que vamos a Europa y nos paseamos con faldita! ¡Ya sé! Hay que dar una conferencia y decirle a los demás que también jueguen con tu niña interior… y entonces tener a muchas personas con quién jugar…


Así habla mi niña y yo me río. Imito su despreocupación por la vida y trato de no pensar en cosas que me roben mi energía… y creamos un mundo donde no importa ir en contra de la corriente… donde sea necesitaremos ella y yo un espacio pequeñito para existir y con lo que tengamos estamos bien…

Eso creo hoy, aunque estos días me hayan dolido mucho, me aprietan el corazón no sé por qué y me pongo bien pinches triste. No entiendo qué me pasó pero sí sé que mi niña quería decirme algo y le tomó tiempo de explicarme. Ayer en la noche lo entendí, estaba sonriendo, veía a mi alrededor y ella empezó a hablar:

No pasa nada, no te preocupes tanto, así se te va a quitar tu dolor del cuello, vive un poquito más como yo anda… las cosas no van mal ¿Por qué tan apachurrado el corazón? Tenemos muchas cosas con las cuales jugar, nuestras letras, nuestros chistes que subimos a instagram que nos hacen reír horas… ver una película juntas, dejar que nos crezca el pelo… oír música…

Tenemos muchos amigos bien buenos Lucía, ellos nos van a ayudar si algo nos pasa… nuestra familia está bien padre, tenemos muchos bebés con los cuales jugar que sí nos entienden nuestras cosas. Tenemos música…

Ella y yo sabemos que la música nos calma y nos hace drenar nuestros berrinches, yo fui una niña muy berrinchuda. Mi mamá a veces decía “hay ya hazle como puedas” se rendía ante mis berrinches, eran muchos niños que atender y yo era muy demandante… pero mis hermanas mayores entraban en acción cuando estaba caliente de berrinche, roja, rompiendo unos lentes de corazones o rascándome las medias que me quería quitar porque me picaban, retorciéndome en la sala…

O cuando mi mamá no me podía calmar los berrinches Flor me ayudaba, ella es la más grande pero entiende perfectamente a los niños, es la mejor en eso, es de las que saben jugar con su niña interior y también reírse de las cosas simples así que encontró una solución… audífonos… me decía que cuando tenía berrinche o estaba enfadada me ponía unos audífonos grandotes y empezaba a escuchar la música y me reía y así podía estar horas…

Yo con los audífonos después de un berrinche.

Y hasta la fecha lo hago, de hecho me encuentro con unos audífonos enormes mientras escribo y así es como me concentro… entonces después de todo… ¿Qué es lo que me aflige? Pensé ayer.

No tengo nada en contra de que los seres humanos nos sintamos en crisis existencial de vez en cuando, de hecho, es ahí donde adquirimos la sensibilidad para escuchar a nuestra voz interior y seguir adelante, es sólo que no encontré la causa de esta tristeza y mi niña me dijo “¿Y por qué tendrías que encontrarla?” Así que nos sentimos tristes las dos y dejamos que esa tristeza se quedara un ratito para sentirla… así como cuando sentía la música.

Y así logré sincerarme. Sí, tengo miedo a veces de vivir, proclamo que estoy enamorada de la vida pero eso no quita que de pronto la angustia o algo de tristeza o un poco de berrinche me invada. Es parte de la vida también. Son procesos, son acomodos de las capas tectónicas… son días nostálgicos que en suma te suman.

Sabiendo que no estoy en mi totalidad sola (tengo a esa niña todavía) y que mientras haya cosas podemos jugar… vuelvo al juego. Un juego serio. Una fantasía propia, un campo de acción infinito donde encuentro que el ser humano tiene muchas limitantes porque sólo se las provoca… ahí están las letras para usarlas cuando quiera… ahí está la foto de mi mamá para abrazarla cuando queramos y yo ya puedo leerme cuentos en la noche solita y hacerme de cenar… así que dentro de todo, en este juego serio, quería decirles que estamos bien.

-       ¡Sí estamos bien gracias adiós! – ¡Lucía ándale vamos a jugar a la oficina que todavía tenemos cosas que hacer! ¿Me prestas tus marcatextos de colores?

Dios, discúlpeme tengo que irme, esta niña me trae en friega, me hace reír y la escucho hablar y pienso... sí, no pude ser de otra manera.


































DÍA NUEVE.

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Amanecí pensando en la palabra anular, curiosamente lleva el mismo nombre del dedo donde nos ponemos el anillo cuando nos casamos: Dedo anular. ¿Coincidencia? No lo creo… del todo. Los matrimonios funcionan de dinámicas tan personales que dudo sea el caso general… pero sí pasa. 

Llámese, noviazgo, viven juntos o son marido y mujer, al compenetrarnos con otra persona hay un choque de dos almas q
ue han sabido arreglárselas por la vida con herramientas que tal vez al otro no le gusten o le hagan daño. 

Pero tranquiqui, nos estamos fusionando y evidentemente va a haber choques culturales, de sexo y personalidad pero ¿Por qué chocamos? ¡Porque nos estamos uniendo! Come on! Es natural… 

¿Qué pasa en esa unión? Quiero seguir siendo yo pero te quiero y cedo, pero ¿hasta qué punto desaparecemos? Me queda claro que el amor te hace desprenderte de todo, de entregarte como gordita en tobogán pero tenemos la responzabilidad con z de zazcalez, de no anularnos… como el dedo del anillo.

¿Qué nos queda? Vivir esa experiencia de autoconocimiento, hacerle caso a las intuiciones y trabajar en equipo. Entender que la otra persona está viviendo lo mismo y necesitará una fuente inagotable de empatía. 

El objetivo final será conocerse tan bien que sepan las mil y un combinaciones que tienen para acurrucarse, poner un colchoncito en las esquinas donde se lastiman y disfrutar la explosión mágica que pasa con los elementos químicos que cada uno tiene. Ninguno tiene que asimilarse al otro y esa es tarea de los dos pero de primera instancia es una responsabilidad personal. Si todo esto pasa, estoy segura que un día el dedo del anillo se llamará de otra forma...

DÍA DIEZ.

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He salido de cosas peores… pensé y enseguida me destapé de mi cobijita rosa deliciosa y puse el pie frío en el suelo. 

¿Quería empezar el día? Fue raro porque de querer… lo que se llama querer, no. 

Pero la esperanza en el futuro me hizo hasta ponerme un vestido. 

Justo eso pensaba ayer, en qué percepción tiene la gente del futuro. ¿Qué pienso yo del futuro? ¿Me da confianza? ¿Me asusta? ¿Me intriga?¿Me da miedo? 

No, no puedo temerle al futuro, he luchado para llegar a él desde toda la vida. Desde que me sentaba en la parte de atrás de la camioneta café de mi mamá y de cuando en cuando me veía por el retrovisor con esos ojos azules que jamás olvidaré. 

Se reía, cantábamos y yo le daba chupetazos a mi paleta. En ese entonces ella tenía el volante y yo sólo sentía los rayos del sol por la ventana y mi futuro estaba asegurado. No supe en qué momento el volante fue mío y de mi mamá sólo quedaron señales como las de tránsito: Ahí viene una curva, estás en alto, estás en siga… pero no puedo adivinar exactamente para dónde quiere ella que yo vaya… 

Tal vez esté haciendo las cosas mal… tal vez no, tal vez quiere que me equivoque, tal vez quiere que deje de aferrarme a adivinar lo que ella quiere de mí y me ponga a pensar lo que yo quiero de mí. 

Pero lo que sí estoy segura es que no quiere que esté con las rodillas temblando como cuando sales de la alberca y no te han traído la toalla. 

No, no debemos temblar ante el futuro, debemos ser el temblor. Retumbar con pasos seguros pero que sean fuertes no porque estén llenos de orgullo, coraje o ira, sino porque son llenos de amor y el amor grita más que cualquier otra palabra. 

Mi mamá quiere que avance, que me deje sentir, que sea introspectiva para esculcar y sacar mi basura espiritual de todos los días pero no tan introvertida como para olvidarme del mundo. 

Mi mamá quiere que no olvide lo que me hizo y deje atrás lo que me causa ansiedad.
Que tome mi espada y que me lance a los dragones debajo de la cama yo sola. 

Que si tengo miedo me acurruque sola en mi cama con las manos en las piernas y me repita a mí misma que todo va a estar mejor… sí, mi mamá quiere que exista como individuo y me salga de sus enaguas y me abrigue bien. 

Mi mamá quiere que me rompan el corazón para que entienda el valor de la fuerza del amor, pero que después de ese duro golpe tenga una mejor capacidad de amar. Mi mamá quiere que me ría sola, que me haga de cenar rico y que cuide de mí… mi mamá quiere que el amor que me tuvo lo tenga para conmigo. 

Si es así, con ese amor interno mi perspectiva del futuro cambia… no se me ha quitado el dolor de estómago de la ansiedad que producen los cambios y temblores de días pasados pero intento al menos, llenar todos esos vacíos con amor… propio. 

Porque si bien lo dijo Miguel Ruiz, somos una fuente inagotable interna de amor, y a eso me aferro para que el futuro tenga el color que… ¡que yo quiera!¿Tú cómo amaneciste? ¿Parecido a mí? Los amo lectores.

I HOPE YOU DANCE

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Eye contact... :D

Amo las transparencias… también las que se están usando en vestidos y así pero me refiero a las fotografías pequeñitas llamadas transparencias... en mi casa tenemos muchas, es así como descubrí cómo me veía de niña porque entre tantos hermanos veía fotos de bautizos y no sabía cuál era yo…

Esta foto la tomé en la mañana, es de las transparencias de Melaque y Manzanillo


Una vez, ya después de que mi mamá murió; mi papá sacó las cajas de las transparencias, era domingo por la tarde y todos estábamos en pijama y cada uno fue tomando las suyas… Rocío con un gorrito blanco, Ana en un traje de baño negro, flor con un gorro en Xaverianos, Kinita con una flor en la cabeza y el pelo corto… David de bebé… me acuerdo esa tarde cómo viajamos en el tiempo.

Entonces encontré a una niña con unos cachetes sobrepoblados, el pelo no güero (Tuve una etapa en el que lo tenía café bien paiquen) café de hongo con una tusada en la cabeza de tijeretazos de niña que se quiere cortar el pelo, la boca pegajosa de algún dulce y cachetes rojos.

Jajaja no era pegajoso de dulces, eran mocos...

Supe que era yo sólo porque Efraín estaba al lado mío y calculé mi edad. Entonces vi todas las fotos… yo en pañales en la playa de Melaque mi mamá con un vestido de oaxaqueña tirada en la arena con David en brazos y Efraín y yo jugando con unos globos que nos había inflado mi mamá en transparencias anteriores que la veíamos inflándolo…

La tarde de cielo naranja de playa… - o así lo sentí -  seis de la tarde casi siete… Hay momentos que se resumen en una sola palabra: Plenitud. Son tantas las transparencias que si las pasas rápido se vería como un video, cada paso que dábamos estaba capturado… yo bailando con el globo verde, Efraín conmigo y David en brazos de mi mamá botado de la risa, parecía un pollo recién salido del huevo.

Si el cielo fuera así no me importaría su eternidad.

Ver a mi mamá intentando hacer reír a David me dio ternura… yo y mi pañal que hacía que se me vieran las pompas de Kim Kardashian me daba risa y el panorama en general me provocó pensar que soy infinitamente afortunada. Sólo por unos días que tengo en mi memoria vale la pena cualquier cosa o esfuerzo que he tenido que pasar en la vida.

A veces así me pasa, cuando estoy de viaje y tengo un día muy bueno pienso: Ya valió la pena todo.  A veces que estoy en una fiesta y tengo dos canciones que me hacen brincar pienso: si a partir de ahora me la paso mal ya está saldada mi cuenta de felicidad… y de todas formas termino pasándola bien pero a lo que me refiero es que cada uno tiene esos días de oro por los que puedes decir “mi infancia estuvo increíble” sin importar que dentro de ella pudieras haber vivido una tragedia que una niña como yo prefirió no darle peso.

Atesoré esos días, guardé todas las transparencias en mi colección y no sentí pena por tener a Efraín y a David en ellas y agandallármelas ya que como soy la décima, de todas formas no salgo sola en ninguna foto, siempre hay un hermano acompañándome ya que cuando nací yo, - si cuento a joselino y siempre lo hago - nueve me llevaban la delantera. ¡Nunca salgo sola! Me quejaba pero ahora que lo pienso: que bendición.

El punto está en que mi tesoro permaneció guardado hasta la universidad cuando entré a clases de ¿Cómo se llamaba? Audiovisual. Eran transparencias con música. Dios, yo tenía toda una colección para mostrar. Así que mi trabajo final lo hice con esas transparencias aumentadas a fotos que le tomé a una niña que vi en manzanillo y le pregunté si quería representar a la “Lucía de grande” Es decir:

Chequen el pelo cortado de mi fleco porque yo era mi estilista personal.

En las primeras fotos sale mi mamá inflando el globo y luego nosotros jugando con ellas, luego salen unas fotos que tomé en manzanillo simulando que el globo se fue al mar… y luego una niña de doce años lo recoge y empieza a bailar con él como lo hice de niña, que por cierto después tuve el placer de conocer (¿Verdad Karla?) La reconocí de grande porque no me olvidé de ella cuando le tomaba las fotos.  Mi yo de grande fue Ana Laura mi amiga inseparable de esa época así que todo estaba cubierto…

Además tenía la canción perfecta: I Hope You Dance. Es una canción donde la letra explica una mamá a su hija que espera que nunca deje de asombrarse por la vida, que siempre tenga hambre de vivir, le pide que siempre luche por sus sueños pero sobre todo le pide que cuando esté en una fiesta, en vez de estar sentada, baile…

Se me pone un nudo en la garganta, a veces juego a que mi mamá me la dedica y me lo creo:




“Nunca des por sentado un respiro tuyo… siéntete pequeña al lado del mar… y cuando una puerta se cierre mira la que se abre… prométeme que siempre vas a luchar en la vida y cuando tengas la opción de estar sentada o bailar… yo espero verte bailando…”

Se me enchina la piel… es algo entre ella y yo. Criss mi prima fue la que me dio la idea de la canción cuando estaba contándole toda mi idea de mi audiovisual y de pronto al ver todas las piezas armadas del rompecabezas de mi examen final descubrí cómo la vida te habla por diferentes voces… y que lo que buscas te está buscando y todo embona al final.

Casi no me arrepiento de nada en la vida pero ese día que lo presenté me duele no haberlo grabado pero no había celulares con ese dispositivo… Me acuerdo que estaba Pau Cubero porque creo que comentó algo al final y me vio con ojos bonitos y bueno, más allá de que a mis compañeros les hubiera gustado y que por fin hubiéramos encontrado un objetivo a una clase que ya estaba poquito obsoleta porque casi nadie manejaba ya las transparencias… encontré que había algo así como cerrado un círculo y encontrado un destino en él: YO VOY A SER UNA MUJER QUE BAILE…

Mi mamá al dedicarme esa canción a través de Criss y al regalarme las transparencias la vida, entendí que tenía un mundo lleno de oportunidades, que no debía fijarme en lo que no tengo sino en lo que sí; y que el ritmo de la vida iba a llevarme a salirme con la mía independientemente de las circunstancias…

Así que analizo estos diez años que cumplo de haber presentado esa tarea y se me sale la sonrisa de complicidad de que sí:¡HE BAILADO COMO NUNCA! ¡He hecho lo que me da la gana! ¡He sabido escribir mi historia con lo que tengo y no con lo que perdí! ¡He sabido entender que hay cosas que no tengo pero que probablemente tendré pero no las añoro porque lo que tengo me basta! He ganado perdiendo incluso, entonces siempre me he salido con la mía y sacado provecho de cada bache o atajo que me encuentre. 

Y aunque el ritmo de la vida a veces no me invita a bailar, me he reído y bailado a fuera del ritmo y muchas otras veces agradezco que también he conocido el amor de pareja y he bailado de cachetito… y el más importante, me he aventado un baile con mi papá. ¡PUM! Lo he tenido todo.



Que maravilla poder estar arriba de una montaña observando tu vida con satisfacción porque incluso en los errores y faltas a los demás, que han sido muchas, he obtenido el perdón de la gente.

Y aunque ya me desvié totalmente del tema, me gustó lo que llevo hasta ahorita, pero la analogía de bailar quería llevarla a mi estilo de vida hoy en pareja… resulta que es un poco complicado sacar a una niña que ya está bailando… tal vez sería más fácil invitar a bailar a una niña sentada mientras ve cómo bailan los demás…

Eso he pensado de mi persona y de la razón por la que a veces no tengo novio. Ando ocupada bailando que de pronto probablemente no pongo atención al tema porque pasé mucho tiempo sentada esperando que me sacaran a bailar y descubrí que podía hacerlo sola.



No, no quiero estar sola… quiero que me saquen a bailar ¿Pero tengo que esperar sentada para que alguien lo haga? Esa línea delgada entre parecer “Modosita” y “en espera” para darle la seguridad a un hombre que se me acerque nunca ha sido lo mío y mi mamá lo sabía siempre. 

Yo soy una mujer de acción, de buscar metas, de viajar, de hacer amigo a quien toque a mi puerta pero no preocuparme por buscar aceptación. Hago, deshago y en este contexto probablemente se desvanecen las posibilidades.





Y es aquí cuando entiendo a Bibi la de la familia peluche y a su papá diciéndole ¿Por qué no eres una niña normal? Y es aquí cuando me siento Mérida la de Valiente y greñuda me salgo a comerme la vida y regreso a casa y no, no ligué con nadie pero cómo me divertí.

Y de pronto asistes a tantas bodas y haces un recuento como “actualización de iphone” pero de tu vida y te das cuenta que… según la sociedad y mi reloj biológico… se me está yendo el tren de la maternidad y la vida en pareja… Ouch. #posmerio

¿Pero querías salir de fiesta verdad? Ja. Me dice eso mi mente a veces. Y entre hacerle caso a la sociedad o porque yo realmente sí lo deseo me viene un bajón al pensar si voy bien en la vida o no.

-       ¡Mamá “pos” si estoy bailando! ¿Qué salió mal? – Le digo en secretito en las noches.

La vida es eso, ser tú y hacer lo que te gusta. Claro que me preocupo por hacerle “canchita” a un hombre en mi vida, claro que lo deseo, mi meta no es ese típico “no necesitarlos” ¡LOS HOMBRES SON HERMOSOS! ¡Y YO LOS NECESITO COMO NUNCA! 



La cosa es que a veces se confunde una mujer independiente con una mujer que desea estar sola.

Pensamos que una persona que puede mantenerse de pie psicológica y económicamente, probablemente no tenga espacio en su corazón para un hombre porque su vida es muy ajetreada… completa… feliz.

¡Claro que es todo eso! Pero una madre sabe perfectamente la felicidad diferente que sintieron al tener un hijo en sus manos y una mujer casada con un hombre noble y sencillo también sabe lo feliz que es compartir la vida con alguien a pesar de los esfuerzos que impliquen.

Y yo quiero todo eso claro, y lo decreto y esas cosas del mundo mundial, pero creo que jamás me verás sentada. Estoy bailando y si alguien quiere conocerme tendrá que mover el bote también. 



Yo no nací para estar sentada o en una sala de espera. El presente siempre me va a satisfacer y el día de mañana quiero voltear a ver mi vida sobre una montaña como lo hago ahora con los recuerdos de Melaque y me reiré de todos los viajes que he logrado, las veces que he reído hasta la lágrima con mis amigas por una estupidez y todas las locuras a las que les di permiso existir.


Hace dos años en la presentación de mi libro. 
Lo impulsiva que fui cuando abracé a mi papá y le di un beso gigantesco, cuando saludé a un extraño porque me dio la gana y en una de esas, cuando le dije “sí” a ese sexto sentido de desear conocer a aquel hombre que está enfrente y me causa curiosidad.



Creo que las almas gemelas coinciden, así que no tienes que estar en el ruedo para ser vista. En el camino que estés, el que sea, verás vidas paralelas que vienen a coincidir contigo para amar la vida más. Eso creo…

Y en cuanto a la frase de “llega cuando menos te lo esperas” (que por cierto me choca), mi filosofía más bien es: Casi todo lo que deseas puede llegar a ti, todo lo que depende de ti puedes lograrlo si te lo propones… la vida quiere llenarnos de regalos… tal vez el “cuando menos te lo esperas” se refiere a que estás tan distraída por estar feliz con lo que tienes que no esperabas algo más padre…

Como cuando estaba jugando con mis barbies y mi papá llegaba de la oficina con mi guitarrita nueva que ya estaba arreglada (se descomponía cada semana, se me hace que mis hermanos lo hacían adrede para que no la tocara) y mi papá llegaba tocándola y bajaba corriendo por ella descubriendo que se podía ser más feliz de lo que ya era. Eso es lo que espero… sin esperarlo.

Creo en los milagros y la magia, creo en las sorpresas, pero en lo que más creo es en que la felicidad sólo existe en lo que tienes ahora, en este segundo, en este micromomento donde más allá de fijarte en lo que te “falta” por vivir, la magia ocurre cuando te fijas en lo que “tienes” por vivir. Bueno, eso digo yo.



QUE EL AMOR TE ENCUENTRE PURO

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Haz que las cosas sucedan 
bajo la premisa de que fuiste 
100% tú y recuerda: Todo en 
esta vida con una dosis de actitud 
se recupera, se regenera, 
resplandece y brilla.

La inconformidad del estado amoroso es algo meramente natural. Si no tienes a nadie añoras un cuchareo de domingo y si tienes a alguien envidias a tu amiga que está en la gozadera, libre, a la expectativa de cualquier cosa.

¿Qué es eso que nos hace que el presente no nos guste? Todo depende de la actitud con la que veas las cosas… cada postura tiene sus pros y contras. Y a veces somos tan “flojos” en el amor que sólo con ver las cosas negativas deseamos otra cosa.

Hoy es día de fijarnos en las cosas buenas. En que pagas el precio de lo que tienes ahora porque de algún modo lo generaste.

Hoy estoy soltera y, aunque un vals en una boda me enchine la piel, me recuerde mi edad y me haga voltear a mi alrededor sin esperanza alguna de prospectos… confieso que de un modo secreto he deseado lo que he tenido y confieso que puedo cambiarlo si de pronto me decido… confieso que aunque pueda hablar una hora del tema, la conclusión es que existen muchos miedos que evitan que el amor te encuentre puro… y si voy a decidirme por amar, más vale que me conozcan como soy.

Contenido neto: 100% Lucía.
¿Alguien me habrá conocido así?

El miedo oculta… al menos a mí me regala agresividad y a veces nos hace sentirnos menos… y en el tema del amor el miedo juega un tema muy principal. ¿Por qué pagar el precio de vencer el miedo por algo que deseo si tal vez ni siquiera se me cumpla?

El pesimismo sale a flote con preguntas que de pronto parecen inteligentes…

Pero yo creo que deberíamos hacernos más amigos del universo y sus enredos de escritor de novelas de comedia romántica.

Yo digo que deberíamos decirle “sí” a la coincidencia y voltear a ver el mundo de posibilidades que existen a nuestro alrededor… disfruta lo que sea que tienes y si no estás disfrutando tu situación, no tengas miedo de dejarla porque no hay algo mejor…

Todo en esta vida con una dosis de actitud se recupera, se regenera, resplandece y brilla.

Y en el amor: Si no tienes lo que quieres pregúntate si en realidad es que no lo quieres tanto o en realidad es que lo quieres pero no estás dispuesto a pagar el precio y entonces esperas que suceda solo.

Y si realmente estás gozando tu situación… toma fotos y siéntete en el mejor viaje de tu vida y disfrútalo porque después que las cosas cambien, te reirás de saber que en cualquier etapa de tu vida, siempre te has salido con la tuya.

La satisfacción de vivir al cien una etapa nos hace felices y plenos.

Bueno, eso digo yo. No importa cuándo lo que importa es cómo. Haz que las cosas sucedan bajo la premisa de que fuiste 100% tú. Para que así, el amor siempre te encuentre puro… sin conservadores, sin los miedos que opacan tu brillo… brinca… date el mundo a tu manera y deja las voces de la sociedad que hablen solas… juega tu juego, comparte tus ideas… y sólo o en compañía, haz que tu pureza exista.



Bueno... eso digo yo.

ARRIBA DEL ÁRBOL

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¡Me largo de la casa! Tenía ocho años y si algo no me latía pues adiós nos vemos chao bye. Así que más o menos cada quince días amenazaba con irme de la casa. Y cuando me refiero a irme para siempre y que nunca me volverán a ver, me refería a subirme al árbol dos horas para que me extrañaran, hablaran a la policía, ofrecieran rescate y darme cuenta de lo mucho que me necesitaban.

Así que hacía mi maleta con dulces, una latita de Lechera, papitas… y subía al árbol para estar ahí y hacerlos escarmentar… ¡No podrán vivir sin mí!

Y la verdad era que lo único que notaba era que mi mamá lavaba los trastes y me miraba por la venta y se reía. Y se hacía la que no me veía y lo lograba muy bien porque en esa edad yo notaba que no me veía.

Lucas me delataba volteándome a ver desde abajo ladrándome. “¡Chuscales!” Le gritaba para que se fuera o le aventaba una papita y eso hacía más difícil el asunto puesto que no me lo quitaba de encima…

Cuando bajaba me daba cuenta que no era indispensable. Que el mundo no giraba alrededor cosa que a veces a esa edad uno cree imposible y sí, con mi dosis de humildad regresaba para hacerles ver que yo los necesitaba más que lo que ellos a mí…

¿Quién acaba ganando y quién perdiendo en el período en el que se vive un berrinche?

“No le voy a hablar para que vea que no lo necesito” “No le voy a contestar tan rápido para que sepa que tengo otras cosas en mi mente” Cada que me encuentro en una situación como esta o escucho a mis amigas contármelo pienso en aquella niña del árbol…

Pero al final de cuentas ¿Qué ganas? ¿Qué ganas realmente “castigando” a la otra persona? ¿Qué ganas de privar al mundo de tu presencia?

Eso pensaba hace poco que entré en una etapa de berrinche. Y todavía me cuesta aceptarlo la verdad. Cosas como “no voy a ir al psicólogo para que no crea que él manda” o “si no me invitan pues no voy total que ni me moría de ganas de ir…” Ja, parece ser que después de todo este tiempo no he cambiado nada… y me da mucha, mucha risa, como la que a mi mamá le ha de haber dado viéndome comer papitas arriba del árbol para castigar a todos.

Creo que a veces tenemos de pronto ese freno de la felicidad, ese orgullo que nos detiene, ese “oooo” que le gritamos al caballo de la libertad… esa cárcel en la que solitos nos metimos y estamos esperando a que alguien nos rescate cuando tenemos las llaves en nuestros jeans.

Así es el ciclo de los berrinches y el problema es que nadie más que tú o yo o el que lo hizo tiene el poder de salir de él. Pero lo que lo detiene, o en este caso lo que me detenía a mí es que sentía que salía perdiendo… y un berrinchudo odia perder... créanme soy presidenta del club.

El problema de terminar con un berrinche es que aceptamos algo que no queríamos aceptar. Deseábamos ser rescatados en vez de salir solos de la jaula y todo eso nos convierte en “perdedores”.

Y claro, yo sí me considero una perdedora cuando termino un berrinche… la verdad es que pierdo orgullo. Pierdo ego, pierdo grandeza… y pequeñita me bajo del árbol sabiendo que hay cosas mejores de las que eso sí, no voy a perderme.

Ese era el árbol.
¿Quieres bajarte del árbol conmigo?

1.- Perderás fuerza de esa que es falsa; Cuando el mundo dice: Mira que hombre tan fuerte (refiriéndose a un orgulloso, eso es fuerza falsa)… yo prefiero ser debilita en el punto de no poderme resistir ante una reconciliación, abrazo o volver a empezar.

2.- Perderás menos tiempo que el que pensabas… si te decides bajar del árbol dejarás de estar en el limbo de los berrinchudos y comenzarás a darte cuenta de que:


A VECES CUANDO PIERDES GANAS.


No había nada más placentero en este mundo que abrazar a mi mamá por atrás y rodearle con mis brazos sus pompis porque estaba de esa altura, verla voltearse, secarse las manos de los trastes que estaba lavando y darme un abrazo del tamaño de mi orgullo que había dejado atrás.

La vida no es para vivirla en el limbo de los berrinchudos… no importa si tuviste o no la culpa, te subiste al árbol y sólo tú puedes bajarte. Pierde, se siente padrísimo. Gana perdiendo, se siente aún mejor.

Pero ojo, tienes que entender que no es tarea de la vida recompensarte cuando decides bajarte. No va a haber fanfarrias y trompetas… no recibirás ningún trofeo. Pero si miras bien, te darás cuenta de lo que ganaste sin tener que tener una medalla de por medio… tal vez la otra persona no reaccione como tú quisieras en el período de reconciliación… Tal vez ella siga arriba del árbol y tengas que respetarlo…

Pero vive feliz de saber que tú bastas para reconocerte tu esfuerzo y que vivir abajo del árbol es estar con la actitud dispuesta para amar más… porque no hay ningún tipo de dolor que sea más fuerte que el amor que podemos tenerle al amor ¿”Verbá” que no?

Bueno... eso digo.



ME HA PASADO EL PASADO

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Sí me ha pasado, me ha costado olvidar a una persona que amé. Luego viene la idealización y sale un perdiendo el doble… existen recuerdos que brillan más que el presente y que oscurecen la posibilidad de creer en algo mejor y toda una sopa de nostalgia que sabe a amargura.

Lo sé lo he vivido y en ese departamento a veces no existe consejo aparente… pero hoy me siento valiente y quiero decirte un par de cosas…

1.- Si tienes un pasado hermoso, felicidades, eres escritor de una historia inolvidable. Y si los personajes del pasado no están en el presente, más que a qué se debe, quédate con un “ahí quisieron quedarse”.

2.- Créeme, puedo levantar la cejita malosa y decirte que si tuvieras la más mínima idea de todo lo que tu madurez y tus ganas de vivir pueden hacer por ti, pero tú debes de darte cuenta solito. La vida es más mágica de lo que a veces crees y si acaso vas a idealizar algo, creo que deberías de hacerlo más con tu futuro que con tu pasado…

3.-¡Lo mejor de tu novela siempre es lo que está pasando! La realidad es más mágica que la fantasía porque tiene el valor de suceder. ¡Punto!

Con estos tres factores te dejo para que sigas teniendo un día inolvidable, no sin antes decirte que no te olvides de ser el protagonista de tu historia… no tu amor fallido es el protagonista, no el pasado es el protagonista, ni el futuro. Eres tú.


LO QUE VERDADERAMENTE IMPORTA

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Dedicado a mi hermana y mi madrina Flor.

Me acuerdo de mi infancia y mis diferentes facetas de berrinches:

1.- Egoísta cuando estaba comiéndome los dulces del bolo de la fiesta pasada a la que David no fue… y obvio no le daba.
2.- Berrinchuda con mi mamá cuando nomás porque me daba la gana no quería que se saliera con la suya y le gritaba feo aunque al mismo tiempo que lo hacía me estaba doliendo…
3.- Contestona con mi papá cuando me regañaba…
4.- Terca en no quitarme del piano porque sabía que Juan Pablo lo quería pero “yo lo estaba usando” y la verdad era que ya quería irme porque ya estaban las Tortugas Ninja pero tenía que molestar otro ratito.

Y así, montándome en un burro en el que ahora me tenía que pasear se me fueron varias horas de mi vida y se escaparon distintos momentos que no me culpo pero sí soy conscientes de ellos… y hace poco, en específico, se me vino uno muy especial a la mente:

Una mañana mi mamá había ido al súper sólo conmigo (cuando no iban ni David ni Efraín ni Juan Pablo, te consentía más) y me compró el paquete de los cinco Yakults… yo no quería darle a nadie, obvy, era lo último que estaba en mi lista…

Mientras, David me veía con una cara tierna que a esta edad me la hubiera hecho y le daba todos mis Yakults, pero en ese momento éramos rivales en busca de la atención maternal y yo había ganado, así que: sorry not sorry.

Entonces Flor mi hermana, que en ese tiempo estaba creo que gravemente enferma (nunca supe el nivel pero le daban quimioterapias al mismo tiempo que mi mamá) me pidió un Yakult. Dios, que difícil situación, pero para una niña inteligente como yo tomó la decisión correcta y le contestó: No, son míos.

Subí a mi cuarto orgullosa de defender mi patrimonio y en eso escuché el grito de mi mamá… bajé y Flor se estaba desvanenciendo…

Teníamos unas sillas de plástico blancas que usábamos para la terraza  - o ese fue el fin primordial por el que las compramos -  pero la verdad éramos tantas personas siempre en la casa que acabaron intercaladas con las de madera en el comedor.

Ella estaba sentada en una de las famosas sillas de plástico y los ojos se le fueron para arriba… y comenzó a desvanecerse… le pesaba su cara y aflojó el cuello y abrió la mandíbula y la silla comenzó a abrirse de las patas y mi mamá, que también estaba enferma y no tenía casi fuerzas, trató de sostenerla y le agarró la mandíbula y la cacheteaba: ¡Hija! ¡Hija! ¡Flor! ¡Despierta!

Mi shock emocional me impidió continuar viendo la escena y subí inmediatamente las literas…

Estando en mi cama (la de abajo porque iba al baño en las noches como 5 veces y Rocío había escogido la de arriba), comencé a desesperarme, como un ataque de pánico… me sentí culpable porque tuve la creencia de que un Yakult le habría subido el azúcar o algo… entonces quería por todos los medios tener el poder de solucionar el mundo pero no podía y le grité a Dios muy fuerte, regañándolo porque siempre he sido altanera con quien menos debo…

Entonces sin pensarlo arrojé mi cabeza contra el borde de arriba de la litera golpeándome, fue hasta la segunda vez que funcionó. La cosa es que no podía con la situación - y de hecho, ahora que la escribo se me hace nudo en la garganta -porque pasa que cuando escribo viajo al pasado tan exacto que vuelvo a sentir lo mismo para poder describirlo tal cual lo percibo en este viaje. Y sí, quería tener el poder de comprar toda la fábrica de Yakults para Flor y al estar frustrada me pegué en la cabeza con la litera para llamar la atención.

Dios, a veces no te das cuenta el amor tan infinito que le tienes a las personas hasta que las ves desvanecerse… y pasa más con los hermanos, a los que les hablas frío por teléfono a diferencia de un desconocido que habla de un banco. Pero parece que la ley de la vida es ser un poco más gañanes con los hermanos porque son eso: hermanos… y aguantamos como “broders” porque nunca dejamos de serlo. Es hermoso tener testigos de nuestros años de juego, nos peleemos las veces que sean.

Volviendo a la escena que me estaba carcomiendo… me remonté en mi dolor de cabeza al estrellarme contra la litera - aunque soy sincera no fue tan fuerte que el dolor del pecho -  y mi mamá al oir mi grito, me gritó ¿Lucía qué pasó?

Lo que había pasado es que había descubierto el verdadero significado de las cosas. Los ojos se me habían abierto a las proporciones correctas de lo que debo darle a lo que verdaderamente importa.

Bajé y le dije a mi mamá que me había pegado… Flor ya había abierto los ojillos. Ya tenía un poco más chapeteados los cachetes y ya se reía… se reía de haberse desmayado y mi mamá decía “¡Qué buen susto nos sacaste!” Riendo un poco también, y el drama había pasado a risa, para ellas, yo, Lucía o Garrapata como me decía mi papá: estaba trau, ma, da.

Nunca había visto a una persona desmayarse…

Sin embargo, me sentía una tonta si admitía que había sentido que la vida se me escapaba de las manos con ese suceso así que no me di permiso de admitir que lloraba por ella y seguí con mi teoría de que me había golpeado en la cabeza… me pregunto si mi mamá la creyó.

“Flor, te doy todos los Yakults que quieras…” Dije llorando mientras los saqué del refri, “Pero por favor no vuelvas a desmayarte.” Y me solté llorando aún más y de puritito sentimiento y mi mamá se rió con respeto pero ya todo daba risa… a ellas, repito, yo seguía trau, ma, da.

Hoy en día, Flor está mejor que nadie de salud y como ya no estoy en mood de “se está desvaneciendo” pues vuelvo al rol de hermana y de ser menos comunicativa y esas cosas que hacen las hermanas que se creen eternas adolescentes como yo.

Y cuando uno ya no tiene ese momento clímax donde un flashazo de la vida te apunta hacia lo que verdaderamente importa uno, o al menos yo, vuelvo a un poquito de superficialidad, a no convidarle dulces a David y a ser de repente grosera con la vida para empezar… o como mi mamá y Flor cuando ya pasó el susto: “pos” me río.

Pero en esos momentos es necesario llorar hasta que duela la cabeza, llorar de coraje más que de tristeza, llorar por un problema que tal vez no existe pero te afecta, sacar una furia aunque sea al viento… porque quedarse con un dolor duele el doble…

Y así era mi vida de berrinches cuando Lucía explotaba de egoísmo pero luego la vida le enseñaba lo que verdaderamente importa.

De hecho, me acuerdo tantas veces bajándome del coche cuando mi mamá ya no me aguantaba y me dejaba ahí una vuelta a la manzana y se me iba la vida, me entraba ese “lo que verdaderamente importa” y regresaba implorando su perdón… me acuerdo de David una vez que creció mucho en pocos meses (ahora mide dos metros, él corrige “1.98”) y se pegó en la parte de arriba de la puerta porque no calculó su propia estatura y se cayó al piso… ¡Uff! En ese momento podía haberle regalado todos los dulces de todas las piñatas…

Y cuando me peleaba con mi mamá porque me ponía a arreglar mi cuarto (injusticia total…) y después caía una tormenta y al primer rayo estaba al lado de ella pidiéndole a la naturaleza que por favor el mundo no se acabara ese día…

Las tormentas me recordaban al diluvio de Noé y pensaba que tal vez yo había sido mala y que merecía todo esto e iba a morir y un rayo aniquilaría a toda mi casa… entonces abrazaba a mi mamá sin importarme tres cominos si me había peleado y la estaba privando de la exquisitez de mi presencia, castigándola con el látigo de mi desprecio durante dos largos minutos y medio.

Es entonces cuando también me entraba otra dosis de “lo que verdaderamente importa” y abrazadas veíamos la lluvia y llegaba David y le compartía un brazo de mi mamá, no importaba… lo que importaba era lo que verdaderamente importa.

Es por eso que a veces que me siento un poco triste o nostálgica o un miedo invade mi corazón, descubro que esa situación me devuelve la visión a lo que verdaderamente me hace feliz, me hace priorizar y darme cuenta que tal vez el sueño que persigo no tiene nada que ver con lo que verdaderamente importa… que tal vez el niño que me roba el sueño me está robando también tiempo con mi familia, con quienes verdaderamente quieren compartir su tiempo conmigo y así sucesivamente…

No es tan malo no sentirse tan bien. Lo importante es entender que los sentimientos son visitas que entran a nuestra casa, nos enseñan algo y luego se van, lo importante es aprender a apreciar lo que tenemos sin la necesidad de que se alejen de nuestro lado para valorarlo. La salud, la damos por sentado, si el clima es cálido queremos frío y si hace frío queremos calor, el caso es que nos hace falta descubrir que no nos hace falta nada, sólo bajarle tres rayitas a nuestra visión difusa que no nos enfoca a lo que verdaderamente importa…

Ojalá que este escrito te haya movido algún tipo de sentimiento que te lleve a algún tipo de acción que te haga más feliz. La verdad es que en el mundo de la escritura grandes personajes literatos basaron sus letras en la tristeza, el dolor, la nostalgia… y he estado intentando escribir desde la plenitud también, retar a la inspiración a que llegue también cuando estoy de buenas… y en ese contentismo repetirte: ojalá que te haya movido algún tipo de sentimiento que te lleve a algún tipo de acción…

Eso sería para mí una gran noticia, de que vale la pena siempre esconderme en este rincón para decirte esta y un mil cosas más.  De que tú sí puedes apreciar lo que verdaderamente importa sin tener que perderlo.

Los quiero… y si creen que compartir estas palabras con alguien más le pueda servir, lo agradecería mucho… hasta pronto… ¡Saludos Flor! ¡Cheno pillo!







TE AMÉ COMPLETITO

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A veces amar es cuestión de tiempo... este es un cuento que hice para mi clase de literatura y me pareció muy malo entonces lo guardé entre mis floders de cuentos que tengo por ahí... hoy que me lo encontré y lo leí... pensé en que a veces pasa igual con el amor... la primera vez lo ves pero no lo ves... la segunda luego luego te enamoras... les dejo la historia del amor de pueblo de Marcos y Camila...



En memoria de Marcos.
Por Lucía la de Flor



Te quise Marcos,
con todo y la penitencia…
y en este amor,
no por no encontrarle lógica,
deja de serlo…

Que bonita esa tarde ¿Verdad? No la pasamos más que bien, ¿Verdad? ¿Te acuerdas del arbolote que buena sombra hacía? ¿Verdad que sí? No sé que me pasa que no puedo olvidarme de aquella tardecita.

            ¿Me querías verdad? Sí creo que me querías, bueno no sé, aquel día podía haberlo jurado. ¿Qué nos pasó? ¿A dónde emigran los sentimientos? Seguro al mundo subalterno de los calcetines impares.

            Si pudiera volver el tiempo sería a aquel día, sin hacer nada, descansando en el pasto al lado del lago con el sauce llorón. (Si así se le llama por despedir unas cuantas chispitas de las ramas, y yo fuera árbol, sería el sauce chillón).

            Sí, lloré por ti, obvio, ¿Cómo no iba a costarme trabajo arrancar de golpe lo que teníamos a manos llenas? Que lindo me besabas, me acuerdo que me besabas lentecito, como si el tiempo se extendiera, nunca fuiste avorazado, te gustaba sentir esa conexión por más tiempo y yo abría los ojos y de pronto sentía que lo que tenía frente a mí era para siempre… ¿Cómo es que es uno tan tonta?

            No te culpo a ti, me culpo a mí por pensar que en la vida al menos algo sí era para siempre… pero nada lo es¿Verdad? ¿Tú que piensas? ¿Piensas en mí? ¿Alguna vez pensarás en mí? Hay que tonta otra vez, claro que no has de estar pensando en mí y yo y mi estúpida memoria que me permite capturar hasta las lucecitas que se hacían cuando las pequeñas olas del lago se mecían y se chocaban con los rayos del sol.

            ¿Qué voy a hacer con mi memoria? Mi cruz y mi placer.

¿Qué a caso el amor y el sufrimiento van de la mano como la noche y el día o se puede sólo tener la parte buena de las cosas? Tal parece que hay que aceptar los paquetes completos y yo, y yo Marcos, te juro que te amé enterito.

            Amé ese día más sin duda que muchos otros que tú y yo sabemos pero de que te ame todo, te amé todo. ¿Se puede querer los tacos de la fonda con esa salsita diabla que castigaba después y amarlos a la mañana cuando el estómago vive la penitencia? Dirán que no pero yo sabía, cuando los pedía con doble salsa, lo que conllevaría y me valía dos cominos y medio, porque los quería, así te quise a ti Marquitos, así, con todas mis fuerzas, enchilada, ardida, necesitada de más… te quise con todo y la penitencia.

            ¿Qué está mal querer de más?¿Dónde fue que mi mamá leyó eso que nunca dejó de repetírmelo? “Hay Camila” Me decía “Ahí vas otra vez…”  Dios, no sé dónde tengo la cabeza pero en este amor, no por no encontrarle lógica deja de serlo ¿O tu qué piensas Marcos? ¿Verdad que sí?

            ¿Qué habrá sido de tus ojos todos estos años? Las cosas que no habrán visto… yo los tuve tan cerquita cuando te los veía cerraditos mientras me besabas en cámara lenta. ¿Cuántas mujeres no habrán sentido el placer de un beso como ese?

            Parecía que lo disfrutabas tanto pero nunca creo que más de lo que alguien podría disfrutar acercar los labios junto a los tuyos y sentir esa magia, también, tuya. ¿Qué pasó contigo?
           
            Terminamos tan de pronto que no tuve tiempo de comprar ni el resistol para pegar el corazón de nuevo, pero de nada hubiera servido, se hizo morusasMarco. Polvo que se lo llevó el viento tan rápido como la vida te llevó a ti.¿Honduras? ¿Será que sí te fuiste a Honduras? Es triste perderte la pista tan trágicamente… ¿Será que lo lograste? ¿Pudiste ser todo lo que querías?

            Marcos, sólo sé de todo esto que en mi educación escasa y mis ojos programados para sólo verte a ti me perdí de las cosas buenas de la vida como decía mi mamá. Pero si hay algo más bueno que estar sentada contigo bajo el sauce, mi corazón hubiera explotado y habría muerto de inmediato.

            ¿Qué sabía mi mamá de ese profundo amor si nunca se besaron mi padres así de lentito como tú y yo?
           
            Hay Marco tan sólo de tocarme la boca puedo revivir tantas cosas… Que tristeza que en la vida uno pueda viajar a todos lados menos a través del tiempo. Si hubiera podido por rompimiento a las reglas del cosmos, habría decidido viajar a aquel campo al lado del lago… eso a vivir un presente en qué se yo, Honduras o donde estuvieras… porque para mí el pasado fue tan perfecto que ningún presente lo hubiera podido superar.

            Y así, amando a mi memoria por ello en vez de odiarla, te beso en mi recorrido por la mente donde algún día me quisiste y el amor obligó a nuestras almas a estar juntitas. Lo que pasó después será mi razón por la que odie a lo que amo: a mi memoria. Pero como ya te dije, en lo que respecto a ti, te quise como lo hace quien quiere bien: completito.

            

COMO AMANECÍ: Replanteando mi posición en el mundo.

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¿Extrañaban los cómo amanecí? Yo también. Mi mente ha dado tantas vueltas que si fuera planeta ya habría pasado por las cuatro estaciones del año en menos tiempo que la Tierra. Y es que en esta etapa una mujer como yo se está replanteando su posición en el mundo y eso cuesta trabajo. Redefinirme, reinventarme y dejar el pasado donde pertenece es algo que de pronto me ha hecho pasar malos ratos aunque buenos cimientos. Y es que de todo este embrollo descubro que al menos me encuentro en la vida sin – según yo – dar pasos en falso.

¿Cuál es mi problema? Me pregunto en las noches cuando hago un recuento y descubro que todo va bien en mi vida, que mi papá tiene salud que yo más o menos pero al menos ya supe qué tenía, mi chamba me gusta… ¿qué es lo que en la noche me aprieta el estómago? ¿Les pasa a los demás? Y entonces es cuando se me sale un: Dios ayúdame.

¿A qué quieres que te ayude? Seguro me diría y lo peor de todo es que no sé qué contestar. En realidad es que espero algo grande de la vida y aunque sé que la vida misma es un milagro espero tantas y tantas cosas y mi imaginación gira todavía más rápido que yo en espera de: 1.-un acontecimiento gigantesco 1.- Un milagro 3.- Dos milagros. ¿Por qué uno nomás? 

Espero mucho, espero mucho de mí y de la manera en la que me gasto mi tiempo. Y sin tratar de ser exigente conmigo por las noches me cuestiono si estoy haciendo lo correcto para que eso suceda.

Dentro de todo esto sé, por experiencia propia, que los logros enormes se logran con cosas pequeñas todos los días… no es algo así como así. Y me da gusto porque es bonito ver cómo se construye con esfuerzos algo, porque si de algo estoy segura es que nada ha sido de golpe, todo en mi vida ha sido un pequeño construir…

Entonces mi pregunta es ¿Esto haciendo las pequeñas cosas necesarias? A veces siento que el día no me alcanza, que me agoto antes de que se acabe o que al irme a dormir me doy cuenta que todo lo que hago en el día son las cosas urgentes y se me olvida construir mi pequeña eternidad.

Me voy con mis amigos, me distraigo, voy al súper… por cierto ayer fui. Sentí ganas de llorar, no sé si porque era domingo o porque me acaban de quitar lo que más quería… lácteos. Sí amigos míos, el requesón, la panela, el “yobur”…

No quiero contrar esta tragedia pero tengo que hacerlo: pasaba por los refris y sentí cómo a veces uno se va despidiendo de cosas que a uno la hacían feliz pero que después hacen más daño que bien y por estar bien decido dejarlas. Se necesita ser valiente para hacer eso sobre todo cuando se trata de personas y no alimentos.

Y sí, he estado hecha bolas pensando en cómo voy a construir mi gran eternidad, tal vez preocupándome más por el futuro que lo que debería pero a veces me siento tan sola – sé qué no estamos pero nos sentimos ¿A poco no? – En fin, me siento una unidad de esas que había en la escuela de “unidad” “decena” “centena” eran cuadritos, las decenas venían juntas en una línea y la centena un cuadro grande… que delicia ser centena, pero bueno, nos tocó ser unidad… y como tal, necesito funcionar, necesito recordarme que ser unidad es increíble y esas cosas del mundo mundial.

Y sin enterarme de que estoy a todísima mom, valorar lo que tengo y ver lo que es el presente, me enterco en planear un poco lo que será de mi vida asegurando pertenecer a ciertos grupos que me hagan sentir existente, centena, o buscar esos hobbies que podrán hacerme feliz para siempre. Aunque no sé si el siempre existe como tal.

Y bueno, hoy amanecí pensando en que tenía que decir todo esto, mientras estaba en la corredora oyendo el playlist de spotify de “¡Buenos días mundo!” intentaba por lo menos hacer mi parte y así empecé a sudar, sabiendo que al menos estaba haciendo algo por mí un lunes que es la suma de la semana que hace la suma de los meses que nos hacen hacer grandes cosas… no lo sé.

Después en la regadera pensaba ¿Por qué me preocupo tanto? ¿Cuál es mi necesidad de tener que comprenderlo todo?

Y es que siento que a veces me subo a un carrusel del que luego no puedo bajarme y no sé por qué necesidad me subí. Y bajarte de un sistema en el que vives muchas veces es doloroso y te trae más soledad aunque sabiendo que no es un buen sistema para mí ¿Por qué seguir? Y es por eso que estoy redefiniendo mi posición en el mundo. Me bajé de todo carrusel en el que estaba y sólo estoy: pensando.

Tratando de construir un nuevo sistema de vida que me sea más saludable, que me de más vitalidad, que me recuerde lo que verdaderamente amo y me hace sonreír. Y heme aquí escribiendo otra vez el cómo amanecí. Porque sí, necesito hacer lo que me gusta en un rinconcito del tiempo que sea sólo para mí.

Es difícil replantearte la vida que llevas, pero no me baso en hacer lago por “difícil” o “fácil” sino porque me regale más plenitud y pueda comerme más deliciosa la vida aunque por le momento sea sin lácteos jaja.

¿Tú cómo amaneciste?

CÓMO AMANECÍ: Campo energético.

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¿No les ha pasado que hay días que sin razón amaneces con el humor con el que amanecías para el festival de tu escuela? Adrenalina, felicidad y una vaga idea de que ese día será memorable. Así amanecí hoy sin ningún festival aparente. Sólo creyendo que así será. Me pasa unas dos veces a la semana y a veces me dan ganas de crear un campo de fuerza para que nadie me quite ese humor pero muchas otras veces dos o tres noticias ¡Pum! Tiran todo abajo. ¿Dónde quedó mi… olvídenlo ya se fue.

Y es que, esos primeros veinte minutos del día, cuando todavía no hablas con nadie, cuando estás contigo, cuando recuerdas todos tus propósitos de la vida y cuando crees que todos esos sueños que siempre has querido pueden comenzarse hoy… es cuando de pronto la realidad poco a poco va apagando esa actitud de súper héroe. Bueno a mí me pasa. Admiro a las personas que no.

Los pendientes del día, un café frío, o hasta comentarios que escuchas en el elevador se van convirtiendo en energía que ocupa tu mente hasta que toda tu energía está apartada en mil y un cosas que probablemente no te llevan a donde quieres ir.

Hay veces que me dan ganas de tener una noche como la de Tom Cruise en Jerry Maguire y llegar muy chicha con un escrito azul que dice todo lo que yo quiero de la vida. Y pum, obligarme a cumplirlo sin que ningún otro pendiente se acerque como vampiro a robarme mi energía.

Pero de pronto el sistema y mi necesidad de adaptación a este ecosistema social arruinan mi “personalidad virgen” por así decirlo. Y no sé si yo soy muy débil para permitirlo o de plano es difícil ser una “personalidad virgen” en un mundo de máscaras y protocolos. En eso amanecí pensando. 

Pero, como esencia positiva que tengo creo que todo se resume a ser dueño de nuestras energías y ser consciente de dónde las depositamos en el día. Limpiar la mente de pensamientos que sólo nos hacen sentir “apachurrados”, eliminar y bloquear comentarios negativos, no meter mi nariz donde no me importa y entender que, como líder de este cuerpo dónde habita mi alma, soy responsable de ver dónde queda depositada mi energía del día y quién se ha llevado a mi queso… ah no, ya no como queso.

Y así poco a poco ¿por qué no? se crea ese campo de fuerza impenetrable donde tu “personalidad virgen” puede pasearse sin contaminarse de nada. La vida hay que aprovecharla al máximo y necesitamos nuestra energía para que eso suceda. Para que no lleguemos agotados a casa sin ganas de pintar un cuadro o ir al gimnasio o escribir… ¡No señor!

Hoy amanecí creyendo que mientras más consciente estamos de que somos responsables de nuestra energía, menos flujos de energía tendremos y también tendremos más chance de depositarla en las cosas que nos hacen sentir plenos… tengan un bonito día todos. 

COMO AMANECÍ: Levantar la mano.

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Hola equipo… me levanté tarde, me puse lo primero que vi y sentí poquito coraje de ir medio mediocre en cuanto a outfit se refiere, pero a veces así es la vida, uno tiene que dar el cien aunque ande al ochenta. Es algo así cuando la magia sucede… somos una bolsa de Mary Poppins y sacamos cuanta herramienta encontramos en un alma que a veces está dolida o debería estar descansando o en un duelo. Pero con eso de que la vida sigue pues sacamos lo mejor que podemos para sobre llevar un buen día. No sé qué opino de eso, tengo sentimientos encontrados.

1.- Que padre que existen personas que dan el “FUA” cuando su alma está triste y cansada y 2.- Tal vez pocos nos atrevemos a levantar la mano y decir “orita” no puedo.


Y es que cada historia personal tiene sus situaciones tan íntimas que a veces lo único que nos queda como habitantes de esta comunidad es respetar y tener un poco de empatía.

No sé es que amanecí pensando en tantas cosas que tal vez lo que acabo de decir son temas diferentes pero… como buena “pensamientos multiusos” que soy quiero resumir todo a una sola cosa:

Atrévete a adaptar el sistema del mundo a ti. Atrévete a poner reglas personales, atrévete a decir “yo funciono así” y a pedir ciertos privilegios en tu trabajo, en tu casa, con tus amigos.

Intenta averiguar qué cosas necesitas para ser feliz y estar produciendo lo mejor de ti. En una relación también. Cada quién tiene ciertas necesidades que a veces nos da pena pedir y preguntamos a las amigas qué está bien y qué está mal. Yo creo que más bien la pregunta es “¿Qué te funciona a ti?”

Así que amanecí pensando en la situación que viven los seres humanos en el estómago de ideas o peticiones que queremos hacerlas al mundo y nos da miedo pasarlas del estómago al tubo que llega a la lengua para convertir en palabras nuestras necesidades y convertir en una petición oficial al mundo algo que nos daba pena pedir.

Cuando trabajaba en Nueva York me era muy difícil decir lo que yo necesitaba entonces siempre decía “estoy bien” (no quería parecer una niña caprichuda) y como resultado reventé un buen día a una hora muy extraña porque en ese momento se llenó mi estómago y salieron mis sentimientos reprimidos en forma de lágrimas.

Nos da pena pedir lo que necesitamos y como resultado nos enfermamos, explotamos, nos volvemos una persona que no somos… muchas cosas.

En una relación algo que no nos gusta a veces no lo mencionamos para hacernos los “cool” los “actuales” los “que tiene YOLO” y probablemente ese acto de nuestro novio o novia nos rompió poquito el corazón en dos. Probablemente necesitamos una relación en la que no exista “eso” que sucedió. Y tenemos miedo de pedirlo.

Un aumento en la oficina… no lo pido entonces vivo enojada haciendo las cosas de genio porque en mi mente creo que me pagan menos de lo que hago o peor aún, actuando mediocre para justificar el propio salario…

Amanecí pensando que en todo momento tenemos que ser más listos que la situación. Y sobre todo, aprender a tener el valor de si es necesario, cambiar un sistema. Aquí vendrán afirmaciones como:


1.- Estoy segura que mi mamá no va a entender.
2.- Mi jefe se va a reír de haber pedido un salario y me va a decir que ni siquiera he cumplido bien este año. Se buscarán a alguien mejor si yo no estoy a gusto, esa será su respuesta.
3.- Mi novio (o mi novia) me va a decir “ai ajá” y me va a decir que estoy pidiendo algo que ninguna otra pareja pide, que estoy loca o loco.

Sí, romper un sistema, una costumbre familiar, de pareja, o peor aún la sagrada constitución oficial de la vida, es algo que pocos nos atrevemos a hacer porque eso nos obliga a ser personas de la talla de lo que estamos pidiendo (Acatamos más responsabilidades cuando levantamos la mano exigiendo algo… porque los ojos de las personas a las que le hacemos la petición se posan en nosotros enfocando cada uno de nuestros defectos).

Sonríe, si todo esto te hace sentido es que tal vez serás un pionero. Un primerizo, un líder. Tomar las riendas de la situación y pedirle a un sistema: familia, noviazgo, trabajo, comunidad, algo diferente, que algo cambie, una propuesta nueva, es algo que de entrada te puede echar al mundo encima pero… ¿Acaso entonces no vale la pena lo que estás pidiendo?

Amanecí pensando en eso, en que la vida no siempre es adaptarte al ecosistema, hay personas que crearemos nuevos caminos, y no somos rebeldes, somos personas que levantamos la mano para decir lo que necesitamos y eso no coloca en la mira y tenemos que tener la fuerza para entender que aunque unos ojos nos estén mirando de una manera, no distorsionen lo que nosotros vemos y queremos aportar a la vida. Tus ojos no me callan.

Y es que, si de pronto necesito un permiso especial en el trabajo o quiero decirle al mundo que pasaré dos días en cama porque me siento muy cansada probablemente tenga consecuencias catastróficas y seremos mal vistos en nuestro desempeño pero ¿Acaso no sientes a veces que vas a explotar y que estás a punto de desvielarte?

¿Quién va a poner ese alto? ¿Vas a esperar a que el mundo te truene para que ahora sí un justificante médico te de el pase de salida para que puedas hacer lo que antes pudiste haber pedido?

En el amor pasa igual, muchas veces esperamos a reventar para que ya siendo demasiado tarde la explosión hable por sí sola porque la pareja no pudo dialogarlo antes.  No sé, no sé si estoy explicando las cosas de la manera correcta… no sé si todo esto son pensamientos internos que a otra persona no le haga sentido pero de igual forma no puedo callarme ante la manera en la que amanecí: Con ganas de inyectarle ganas a quien lee esto de saber que puedes poner un alto a tu vida en el momento que quieras para levantar la mano y decir que quieres respirar, que no estás tan seguro de tu relación, que necesitas un tiempo, que aunque defraudes a mil eventos sociales quiere estar en cama, que aunque seas el chistoso o chistosa del grupo necesitas estar un poquito fuera de las canchas de los papeles que cumples porque de algún modo sabes que no estás dispuesto ni hoy ni nunca, a tronar tu fábrica interna que produce todo lo que eres y haces.

No tengas miedo de pedir condiciones cuando te comprometes a algo por miedo a que esas condiciones te hagan parecer arrogante o peor aún, que te manden a volar.  Si esas condiciones son importantes para ti y para que tú seas tú, no tengas miedo de que aunque la sociedad no piense igual, tú eres tu mundo y quienes se acerquen a él le sería más hermoso conocerte a ti, y no a tu persona tronada y abatida por no levantar la mano y decir lo que necesita.

Amanecí pensando en eso porque de pronto a veces yo me comprometo a todo y luego por no quedar mal parezco un títere que se aparece en tres o cuatro lados cumpliendo los protocolos de cada uno e intentando ser amena con quien esté enfrente porque después de todo me gusta ser amena.

Pero llega la noche y mientras me quito el rimel con algodón y desmaquillante me doy cuenta que no fui amena conmigo, que estaba cansada y me forcé, que tenía ganas de dormir más temprano, que necesitaba un poquito de aire… que quería algo diferente y por agradar no lo tuve. Y es que luego me da miedo de ser olvidada porque estoy acordándome de mí…

Pero a final de cuentas hoy levanto la mano diciendo que sé que hay muchas cosas que me gustaría hacer, que duermo pensando en tres mil quinientos cuarenta y cinco escritos e ideas para seguir contagiando mi amor por la vida… y luego al llegar a casa me pregunto si tengo las posibilidades de hacerlo sin olvidarme de mí.

Y es entonces cuando me pregunto si un alma un poco dolida está obligada a ser lo que normalmente es o tiene chance de bajarle un poco a las actividades diarias para entenderse, abrazarse y dejarse curar… sin importar si el mundo lo entiende o no.

Y tú ¿En qué amaneciste pensando?

CÓMO AMANECÍ: Reinventándome

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Amanecí intentando ser una nueva persona, o tal vez la misma pero más sana. ¿Cuántas veces en nuestra pequeña eternidad intentamos reinventarnos? Enfrentarnos con nuestro rival espiritual y comenzar a hacer cambios positivos que nos hacen girar en un nuevo eje. Dios, todo un reto.

He estado intentándolo no sé si durante dos años o más bien seis meses un poco más efectivos o un mes más drástico.  A veces cuando no se tiene claro a dónde vas es cuando rodeas más en la vida o en el tránsito... da igual. Y el caso es que a veces no quiero saber a dónde voy porque no estoy lista para llegar y rodeo aprendiendo que por más que me haga mensa, debo ir para allá…

¿Cuánto tiempo se necesita de rodeos? Y es que como veo que todos lo hacen o al  menos en apariencia parecería que la sociedad invita al rodeo entonces me dejo llevar…

No importa cuántas señales de nuestro camino veamos, si no queremos ir no vamos a hacerles caso. Y abrir los ojos es el primer paso para tomar la dirección, que más que llamarla correcta la llamaría “el camino que elegí”.

Y es que luego cuando empiezo a dirigirme en la dirección correcta, las cosas avanzan tan lentas que me desespero, no soy una persona que ya aprendió a disfrutar lo que tengo en el momento, tiendo mucho a ver a la derecha, a la izquierda y al frente. Estoy intentando pero aún no llego a ese punto.

Me levanto con ganas de transformar al mundo y me atoro en el “cómo” y luego las palabras, que son lo mío, no me salen y me desespero y dejo de hacer lo que hago para rodear por la vida, al “cabos” está de moda…

El problema está en que la magia ocurre cuando hacemos lo que venimos a hacer, no cuando rodeamos. Y no importa lo difícil que se vea, no hay otra manera de lograr nuestra misión de vida más que hacerla, darle la espalda sería como negarle al universo nuestros súper poderes.

Hoy amanecí pensando en eso y es que más que chipi o nostálgica estoy intentando escuchar mi voz interior que me revelará lo que necesito saber para ir a donde quiero llegar. Mientras tanto hago garabatos… escritos que quedan en la nada… ideas que mientras las pienso en la regadera o cuando corro o mientras manejo, parecen espectaculares y luego se me olvidan… Dios, a veces siento que no tengo el tiempo de calidad suficiente para realizar todo lo que mi corazón me anda pidiendo…

Pero ¿Qué me queda hoy? Tal vez sólo abrir los brazos por así decir, a lo que sí vine a hacer e identificar distractores de los que poco a poco tendré que despedirme… y entender que, los cambios se hacen despacio que vamos de prisa. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?

CÓMO AMANECÍ: Ayúdame que yo te ayudaré.

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Hoy amanecí con la tele prendida y la luz también. Estaba muy cansada y había decidido que tenía una cita con la TV. Pero a los quince minutos me había aburrido la peli y gracias a Dios había conciliado el sueño temprano. Puse alarma y me dormí con la ropa de ayer… cuando sonó pensé: ¿Y si me duermo una hora más y no voy al gym? Eso hice y me dormí. A los tres minutos sin pensar dije: Tengo que ir.

Y así pasa con la vida, con el cosmos, con todo… llegué hice ejercicio y entonces sentí las endorfinas por todo mi cuerpo… llegué feliz a la ofis y esas cosas y me sentí feliz por haber derrumbado una barrera que hizo que mi día fuera diferente, aunque sigo teniendo los mismos pendientes y saturada de cosas, al menos había comenzado el día haciendo algo por mí.

Entonces entendí que hay veces en que uno y sus sentimientos se hacen bolas solas, luego el cuerpo actúa igual que la mente y los músculos se enredan entre los nervios y vienen las contracturas. Y luego me pregunto por qué tengo panza de embarazada y me dicen que es colitis. Y es que el cuerpo se volvió una expresión de lo que había en mi alma: enredos.

Y como los foquitos de navidad cuando salen de la caja mi primera impresión fue: ¿Por dónde empiezo?

Y es que llevo días en los que todo me dolía y por eso estaba de genio, no quería salir, le quedaba mal a la gente pero es que mi humor no ha sido el mejor, estaba agotada siempre y me dolía la cabeza casi todos los días… ya estaba cansada de tanta medicina y pensé que tenía que solucionar el problema de raíz como Molotov.

Entonces pasé por un proceso de comenzar por buscar la puntita del problema y pasarla entre los enredos para que poco a poco la salud volviera a mi cuerpo. ¿Cómo? Buscando salud mental y espiritual. Uno a veces piensa que es de hierro y que los problemas del pasado ya están superadísimos y que soy la más “chicha” del salón, pero entonces te das cuenta que tienes que regresarte a al principio de las cosas, a los primeros lazos que has tenido y a recordar de dónde vienes y dónde perteneces: A tus padres, a tu familia.  Parece que no, que uno ya es independiente y piensa muy diferente a ellos, pero cuando estos lazos no están tan sanos – sobre todo con nuestros papás- muchas veces no queriendo la cosa, no se dan otras cosas en la vida que pensamos que no tiene nada que ver con ello.

Y pues bueno no es algo que ya solucioné, siempre estamos aprendiendo y todo es un proceso que muchas veces no se termina pero el chiste es intentar vivir de una mejor manera y eso es lo que estoy intentando y hoy obtuve un premio por ello:

Inevitablemente te hace sonreír cuando esta verdad llega a tus oídos, ojos y corazón: La certeza de saber que cuando te ayudas el universo te ayuda más. Y por el contrario, cuando te bloqueas el universo y su ayuda por más que quiere no entra en ti. Y cuando me enterco y exploto de impaciencia sin confiar en el universo, es cuando me vuelvo esclava de mi propio problema.

¿La solución?

Cuando el amor propio comienza a pedalear, el universo te empieza a enseñar todas las herramientas que no veías y los problemas se alejan unos metros para que puedas enfocarlos y entonces entiendas las cosas con menos pánico y remordimiento y más amor.

Uff, cuando las situaciones o a las personas las comprendes con amor, te das cuenta que en realidad en la vida nadie quiere hacerte daño y ninguna adversidad desea hundirnos.

Entonces amanecí pensando en que tal vez es bueno de cuando en cuando hacer un esfuerzo por empezar a intentar hacer algo por uno mismo y aunque de primera instancia no veas los resultados, inyectándole más paciencia y constancia hace que la fórmula se complete y que descubras que cuando sólo cuando te ayudas es que puedes ver la ayuda del universo.

Cuando pasa eso caminas con más… ¿Cómo se dirá? Con más energía y cuando alguien te cuenta un problema piensas: Es que tienes que pagar el precio de la constancia y del ayudarte a ti mismo y la respuesta es muy sencilla pero el esfuerzo es muy grande y por eso estás bloqueado. Y tal vez esa persona no entienda de lo que estás hablando y tal vez quieras gritarle que la vida es más bella si quiere pero recibir la ayuda del universo amándonos a nosotros mismos es una cuestión y esfuerzo personal.

No sé, estoy positiva y creo que una vez que entiendes todo lo que puedes hacer por ti, te das cuenta de que existe una mejor vida de la que ya vivías y que el amor es la energía que nos hace transformarnos y que la magia suceda.

Cuando el amor propio pedalea y nuestra fábrica de amor comienza a funcionar, entonces emanamos tantas cosas que nos hace sanar todo lo que está a nuestro alrededor. Y puedes entender que la vida es un milagro constante.

No sé, amanecí creyendo que, si sigo por esta línea, podré descubrir cosas diferentes. ¿Tú cómo amaneciste?

CÓMO AMANECÍ: los post-its de la vida

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Amanecí pensando cómo a veces los días son la suma de algo, un mensaje o qué se yo. Y afirmando esto siento que hay días en los que cuando pasan pienso ¿Y estas 24 horas qué me quisieron decir? Y soy dura sí, porque todos los días pretendo descubrir un mensaje y a veces tal vez es con cuestión de la suma de los mismos que se descifra el milagro grande (bueno creo que todos los milagros son grandes). Y es que… a veces creo que a la vida le hacen falta unas señales de tránsito de “siga derecho” “no se detenga” “a la derecha” “¡ALTO!”

Y es que a veces les confieso que me siento todavía una niña de doce años que necesita que le digan por dónde irse para no irse de boca, porque de grande duelen más las caídas. Uff, de chiquita te das en la mom las veces que sean y con rodillas con costras sigues jugando…

Y bueno, entre no me quiero caer pero quiero saber por dónde ir se me han ido unos días en los que no les encontré tanto sentido pero tal vez es eso, estoy en alto o no sé…

Lo que sí afirmo es que, dentro de días desesperanzadores o momentos de crisis o de frustración, he encontrado siempre pequeñas post-its de la vida que me hacen sonreír y seguir creyendo y seguir teniendo fe en lo que vendrá y confianza en el presente. Y en eso amanecí pensando… en las post-its de la vida y en que la suma de los días nos hacen descifrar el mensaje.

Amanecí pensando en que la vida como un “novio” nos deja una rosa en el carro, nos pone una canción bonita en la radio cuando andamos nostálgicos o nos apapacha con un momento que nos sorprende. Así que probablemente habrá veces que no sé a dónde voy, pero sí sé que vale la pena donde estoy. Así que hoy agradezco mi presente, con todo lo que contiene, con todo lo que no contiene, con todo lo que es aunque no sepa definirlo bien. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?

¡Ah! Otra cosa, aquí te va un ramito de flores "invisible" diciéndote que hoy será un buen día, todo va a salir bien, sonríe... luego vemos qué.

CÓMO AMANECÍ: Los auto encierros.

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A veces si somos poquitito observadores, la vida nos regala súper poderes cuando nos sentimos “medio, medio” y en eso amanecí pensando. Cuando más he hecho esas cosas que de pronto parecen que me llevarán a un lugar catastrófico, no sé por qué, la compasión de las personas, de la vida o de mí misma sale a flote y aprendo lo que no habría entendido entre la rutina. El universo nos quiere enseñar pero a veces no paramos oreja y esos momentos nos hacen hacerlo...

Esta vez que fui a la FIL aprendí – entre millones de cosas – a saber respetar nuestro tiempo y energías. Los escritores me contaban de sus rutinas y la gran disciplina y planeación con la que se realiza algo y comprendí que si vas a ser líder de un sueño, tu voz tiene que ser más alta que todas las demás.

-       ¿Y a qué hora escribías? - les preguntaba.
-       Me levantaba muy temprano por la mañana, apagaba el celular y no me metía a nada de redes sociales o se me iba la mañana…

Pum. Decisión. Y es que muchas veces yo me quejo de que no tengo tiempo o que la vida tiene bastantes distracciones como para aislarme a estar conmigo y mi sueño y de pronto les digo a mis amigas que me encantaría estar en un hotel encerrada en un lugar desconocido para concentrarme a escribir porque en casa ya me habló alguien para ir al cine o contarme algo.

Pero después descubrí que si mi voz estuviera más alta y practicara un poquito más el arte de defraudar a todo lo que me rodea para poder escucharme, entonces tal vez conseguiría un poco de esa inspiración que a veces no sé a dónde va.

Entonces entendí que las redes sociales y los teléfonos de hoy en día son una gran manera de distraernos, de “estar en contacto” pero también una herramienta que puede alzar una voz más grande que la nuestra.

No estoy en contra de ello, creo que se han creado muchas cosas que a mí me han facilitado la vida pero el problema está en tener la disciplina necesaria para encontrarnos con nosotros mismos no importando si mañana inventan la tele transportación y podemos estar en casa de todos nuestros amigos en dos segundos y medio. Dominar las cosas y no que las cosas nos dominen. (Como a la maestra de inglés que nadie le hacía caso).

No nos gusta aislarnos es una realidad. Al menos es lo que veo en mi entorno, nos es difícil estar solos, ya queremos ver en qué fiesta anda el “grdupo” de “guazap” o qué sé yo. Pero es una realidad que la vida nos revela secretos esperanzadores y súper poderes cuando estamos un tiempo a solas…

Recuerdo las pocas veces que me castigaban y mi mamá se quedaba conmigo o mi papá se aventaba una larga plática. Al final de cuentas encontraba en ese destierro de mis hermanos y esa infinita tarde de lo que parecería iba a ser de "azotes emocionales", un encuentro con mi lazo materno o paterno y un crecimiento y complicidad entre mis papás y yo y un encuentro con lo que yo soy. Terminaba siendo, la verdad, un momento muy especial para mí.

Cuando lloraba por haber hecho algo malo y mi mamá me abrazaba y ella y yo cumplíamos el castigo que nos había puesto mi papá jaja, bueno a mí, llegaba luego en las noches mi papá y me encerraba en su cuarto – a mi papá nunca le gustaba regañar a alguien enfrente de alguien más, le encantaba hacerlo en privado y lo hacía despacito, nunca desesperado, te veía a los ojos y te hablaba bonito aunque hubieras hecho algo malo, eso amo de mi papá  -  entonces me veía a los ojos y me preguntaba si había entendido la razón de mi castigo, que si estaba arrepentida ya no pasaba nada, que no podía andar mordiendo a mis hermanos… que bla, bla, bla.

O cuando era por el tema de siempre – sacar seis en matemáticas – mi papá me veía a los ojos como si no importara ese estúpido seis, me decía, ¿Y si le dices a Juan Pablo que te explique y si la próxima vez le echas más ganas a ver qué pasa? Y luego agregaba un: mientras no repruebes está bien, todas tus demás calificaciones están bien.

Era un amor tan grande el que terminaba sintiendo cuando uno pasaba “recesos”, “destierros”, “castigos” de la vida. Como cuando me expulsaron un día del colegio por contestarle a un maestro y al final acabé llevándome con ese maestro mejor que nunca por esa intimidad que tuvimos cuando tuve que pedirle disculpas.

Entonces hoy amanecí pensando en que de pronto si es una realidad que cuando nos aislamos aprendemos miles de cosas y regresamos a la fuente de amor que sentimos dentro y nos volvemos a conectar con quiénes somos y de quién venimos, creo que de pronto los “recesos”, “destierros”, “aislamientos”, "regaños" no son tan malos como a veces pensamos.

Muchas veces sólo vivimos los destierros que nos vemos obligados a vivir como los castigos de los papás o estar en cama enfermos, pero, pocas veces nos obligamos a vivir un destierro por voluntad propia como lo hacían los escritores. “Me fui a vivir a una casa a Valle de Bravo”. Dijo un escritor. ¡Claro! ¡Yo también me iba! Pensé. Pero la realidad es que nos da “mello” y a la hora de la hora, al menos a mí, me pica saber dónde están mis amigos.

Pero la realidad es una: cuando se toman decisiones dejas algo por tomar algo más, si no no tendrías que decidirte por nada y tenerlo todo, y hoy que me sentía como “rara” como con la nostalgia que siento cuando me aislaba, descubrí que me entró miedo inmediato. “¿Tendré una de esas épocas en las que leo más y platico menos? ¿Una de esas épocas en las que no soy tan divertida y ando más introspectiva?” Pensé. Entonces relacioné este sentimiento con lo que observé con los escritores y creí que se avecinaba una buena noticia en vez de un desastre.

Son esos días de nostalgia los que nos hacen reconectarnos y recobrar esa fuerza que siempre tenemos pero luego pensamos que está en los bolsillos de todos los que nos rodean. Y andamos mendigando un poco de ella con nuestros amigos o pareja como si ellos fueran dueños de nuestras cualidades, talentos, voluntad.

Regresar a casa para darte cuenta que lo tienes todo pero no lo usas es una de las épocas en las que podemos renacer y volver a las andadas con pasos más firmes. Así que probablemente aprenda a “auto-aislarme” como los escritores y descubrir qué magia tengo dentro y disfrutarlo y tener más tiempo de calidad cuando vuelva a aparecer. Una tarde, un fin de semana o una semana entera… por lapsos, de jalón, como sea que sea.

Sé que encontraré en ella los secretos que me hacen falta ser revelados o la paz que de pronto creí que sólo existía cuando estaba en compañía. Y ahí, quietecita, tal vez escriba más con el alma y menos con la necesidad inmediata de alguien que quiere decirlo todo y a veces le hace falta aprenderlo para explicarlo mejor. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?










Un texto relacionado: Hoy me quedo en casa, aquí puedes leerlo.

CÓMO AMANECÍ - El libreto de la vida.

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El otro día leí una frase que me dio mucha risa “Me choca cuando empiezo mi día al pie de la letra y la gente o la vida no siguen el libreto”. Algo así iba. Y es que de pronto, al menos yo, hice un guión espectacular en mi cabeza y al ver que ciertas cosas no suceden me siento… no sé cómo me siento.

¿En qué momento a la vida no la dejé ser? Recuerdo que en mi infancia los juegos más aburridos era cuando me juntaba con niñas controladoras. “Y que yo era la mamá y tú la beb锡Me chocaba ser las bebés! ¡Las bebés no hacen nada! “Y luego que tú te dormías” O sea prácticamente mi amiga de preescolar me estaba dictando todo lo que teníamos que hacer las bebés.

Obvy un día hicimos rebelión de niñas con biberón y las pusimos en su lugar pero ese no es el punto, la cosa es que no sé si a veces a la vida no la dejamos ser. O por más que nos creamos tan importantes como para pensar que podemos cambiar el rumbo de la vida, ella pueda vernos como unas hormiguitas rebelándose contra el mundo. No lo sé.

El caso es que tal vez entiendo que a la vida hay que dejarla ser aunque no sepa todavía como… y que dentro de nuestra libertad existe también la libertad de las coincidencias del día, de las personas que se acercan y lo más bonito sería que las dejáramos jugar antes de ponerles cualquier título o esperar de ellas cualquier cosa. Porque cuando alguien llega a nuestra vida muchas veces buscamos colocarle un personaje dentro de nuestra obra de teatro antes de preguntar ¿Qué quieres? ¿Quién eres? ¿Cuál es tu libreto?

Tal vez los días también quieran ejercer su propio papel… tal vez la historia aunque no se esté escribiendo como la imaginamos no quiere decir que no sea perfecta… tal vez lo único que tenemos que pensar hoy es que por más que de pronto nos sintamos perdidos, de algún modo extraño, TODO, TODO llega a cobrar sentido en nuestra vida en algún momento de ella.

Un encuentro, alguien que amaste, una desilusión, una traba, un bache, un problema horripilante, una despedida, otra… todo llega a cobrar su misterioso sentido…

Así que tranquila me tomé mi té de la mañana y pensé en que aunque hubiera amanecido sin saber qué onda conmigo… entendí que no puedo ser esa amiga de preescolar que está dictándole a la vida un libreto. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?

CÓMO AMANECÍ - Si los días fueran personas

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Hoy amanecí contenta entendiendo la gracia que tiene que los días sean tan variados, en humor, noticias… personas con las que convives. Incluso, en una hora, nuestro mundo cambia… es una cosa extraña. He tenido una temporada introspectiva, rara, no diría que triste, más bien creo que estoy depurando el alma y reseteando mi corazón de muchas cosas y es un proceso que tal vez me lleve más al silencio que a la acción pero eso no significa que no estoy haciendo nada… al contrario muchachos. Pero ese no es el punto. Lo que hoy amanecí pensando es que incluso dentro de una etapa más gris que soleada, los días tienen sus matices y son y reclaman ser individuales y exclusivamente sorprendentes.

Imagino que si los días fueran personas que están a tu servicio para darte amor y un toque cool a tu vida creo que lo mínimo que debo hacer es saludarlos y ponerme una ropa que me guste e intentar tener un poquito de disposición para ver su espectáculo, no sé, he entendido que a veces es mejor manejar las cosas por particular.

Por ejemplo, lo único que tiene Lucía Orozco hoy son 24 horas. Si esto es así lo primero que quiero es hacerme amiga del día completo… Tratar a un día mal sería como ser grosera con el chef de un restaurante. Probablemente no reciba el sazón de siempre... shame on me.

Y es que a veces mi cabeza se preocupa por todo y por nada y se me van los días como dice la gente: volando. Así que dentro de mi etapa de descubrimiento personal encontré que los días son muy chistosos, diferentes entre sí, me encuentre o no en una etapa de duelo.

El día de hoy por ejemplo, si fuera persona, tiene muchas expectativas y amaneció tan contento que aunque traigo dolor de cabeza, cuello y panza, este día tan de doce años que quiere salir a jugar me convenció de hacerlo.

El clima, las personas que me saludaron en el camino, el que me ofreció pan, la de la limpieza que me dice “hola hija” en la oficina y me encanta porque son contadas las veces en que se usa la palabra “hija” en mí... Y no sé, el mundo me convenció de que yo estuviera de buenas porque yo no he andado tanto últimamente y eso me dio risa. Mucha risa. Mucha.

Entender que los días tienen “lo suyo”, “su ondita”, su chispa y que no importa la carga negativa que exista en el alma, se desvanece cuando un día decide actuar en ti y dejas que lo haga. Y por un día parece que los problemas no son más grandes que nosotros. (Nunca lo son pero para saber esto es todo un rollo).

El caso es que descubrir que muchas veces siento que tengo el mundo encima y no es cierto me dio risa, alegría de saber que los días se entretejen y amarran y enseñan y no son más que un conjunto de oportunidades para darnos cuenta que la vida es más fácil de lo que creemos, que incluso sin actitud a veces los días hacen ese no sé qué que nos devuelve la actitud y muchas otras cosas mágicas que tenemos dentro… es algo así como dejar un poco que el universo confabule y dejar de querer controlarlo todo y observar el espectáculo…

Al menos, si yo supiera que voy a morir hoy, en vez de querer arreglarlo todo para cuando no esté, pensaría en observar lo bonita que es la vida… ser espectadora y no tomar acción porque lo que está pasando me paraliza toda. Es algo bonito de ver… una comida familiar y estar sentada y nomás ver todo lo que pasa… estar sentada en un parque y ver a tus sobrinos jugar, no sé… tal vez, habrá días en los que escriba que todo depende de uno y que si uno no construye su felicidad todo vale mom, pero hoy, hoy no sé si mañana pero hoy sí, se me antoja pensar que los días son personas que viven sólo 24 horas y que no los había tomado en cuenta…

Hoy me siento más ligera, tal vez mañana sea diferente, pero hoy voy a disfrutar la particularidad que tiene este día. Y ser feliz con la filosofía que este día ofrece: Sit and watch.

Y tú ¿Cómo amaneciste? Yo, en resumen, la vida me calló la boca hoy y me dijo: ve todo lo que hay y deja de escupir quejas o preocupaciones, sólo mira, miraaaaa...

CÓMO AMANECÍ: Introspectiva

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De cuando en cuando en diferentes momentos de mi vida me aíslo y esas cosas. No es que una luz en mí se apague es que como lo dije solamente, me aíslo y me vuelvo introvertida y observadora… escucho frases de películas o en cafés con mis amigas llega mi punto de concentración en el que veo solamente una boca moviéndose en cámara lenta diciendo lo que muchas niñas tienen en el corazón y me doy cuentade que de algún modo estamos conectados con el mismo dolor y los mismos miedos así como los mismos deseos. Entonces escucho y entiendo que no sólo yo me siento una extraña que quiero preguntarme si no vivo en Melmac también y tenga que buscar mi nave y regresar a casa.

A final de cuentas creo que dentro de toda esta atmósfera donde me veo envuelta que parece extraña, todo comienza a cobrar sentido cuando te limitas a observar y no querer desesperada querer encontrar respuestas a todas las preguntas del universo.

Y es que a veces es conveniente alimentarnos de todo lo que hay alrededor y observar el mundo de un ángulo que no sea siempre el único que conocemos y entender que la vida puede verse de tantas formas y que al cambiar de panorama también los problemas cambian de tamaño y las soluciones se esparcen y no tan lejos.

Es por es que entiendo que en momentos de “incomprensión” a la vida, probablemente lo que falta es sólo observarla. Pero no sólo con nuestro ángulo. No es lo mimo estar parada en el tráfico sudando con la cuenta del taxi corriendo que estar en un avión y ver como tiernamente se mueven los carritos.

A veces creo que no vemos los problemas de varios ángulos porque nos asusta el hecho de tenerlos enfrente y los sustos paralizan. Por ejemplo, hoy amanecí sabiéndome en una etapa introvertida y que estas etapas me sumergen en mi mundo y me hacen reflexionar más que salir de fiesta y contar chistes – y escribir mucho y eso me está encantando - . Pero eso no me hace – como ya lo dije al principio – apagar mi luz o salirme de las canchas sino que simplemente me doy la libertad de poder “angulizar” mi vida y volver a acordarme de las coordenadas que tengo en el mundo, con lo que cuento, con lo que no, lo que me duele, lo que ya no…

Y eso amigos míos… aunque no grite de emoción y más bien esté calladita, me está en-can-tan-do. En este mood la inspiración llega como si nunca se hubiera ido y descubro tantas cosas por segundo… en silencio muchas veces todo comienza a cobrar sentido.

Y aquí estoy, entendiendo que no tengo que entenderlo todo pero disfrutando de al menos abrir bien los ojos por si algo se me revela para confirmar si mi camino es el correcto o debo reposicionar mi lugar en el mundo. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?

CÓMO AMANECÍ: Con actitud.

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Gueros días chulos, ya volví.  No voy a hablarles todavía de nuestro viaje asiático porque todavía no lo proceso pero sí voy a decirles cómo amanecí. 

Me desperté a las cuatro de la mañana, me había quedado dormida creo que como a las nueve, no sé, llegué a mi casa después de un domingo familiar donde les conté cómo me la pasé mientras mis casi diez hermanos estaban en la grandota mesa de la casa. 

Fue un buen domingo, pero estaba cansada, llegué a mi casa y caí, ni siquiera pude ver quién ganó en miss universo. Así que me desperté a las cuatro de la mañana, supongo que todavía no me acoplo al horario de aquí o no sé...

¿Han visto la escena de comer, amar, rezar donde ella se levanta a media noche a rezarle a Dios? Así empecé: Dios… fíjate que. Duré unos quince minutos, otros quince me quedé sin hacer nada y luego pensé que si quería tener un buen inicio de semana necesitaba volver a dormir y así lo hice. Me levanté preparé todo para el gym y me subí a mi Chevy. Otra vez volví a hablar en voz alta, insistiendo y haciendo muchas preguntas al universo. Y es que, les soy sincera, últimamente mi cerebro piensa tantas cosas a veces tan extrañas que estoy cansada de mi mente. Creo que me hace falta confiar un poco en el universo y relajarme otro poco más.

Un poco angustiada llegué al gimnasio y puse la lista de “feeling good” de spotify y corrí lo más que pude, sintiendo el sudor caer como si fueran mis angustias. Pensé entonces que tal vez con actitud llegamos a lograr las cosas aunque a veces no creamos, no sé cómo explicar, y es que mientras iba en el carro para acá sentí que tal vez muchas veces no sabemos ni qué onda con nuestras vidas y casi siempre creemos que por la edad que tenemos deberíamos de tener todo mega estudiado y listo y la verdad es que no es así. La vida no es tan predecible y los caminos no tan específicos y debo de repetirme una y otra vez que eso está bien.

Corrí más. Entendí que independientemente de todo lo que piense mi mente, de la mucha o poca fe que cargue sobre mis hombros, no iba a soltarme de algo: Actitud. Creo que la actitud me ha salvado muchas veces. Siempre hay la opción de tirarse al suelo o la de levantarse temprano a correr y mientras lo haces darte cuenta que “Here comes the sun”.

Entonces amanecí pensando en que me gustaría compartir un poco de actitud. No es que ustedes carezcan de ella, créanme, yo creo que hoy el mundo entero se levantó con más actitud que yo, pero cuando me refiero a compartir es que la verdad sí me puso de buenas entender que cuando no entiendas debes de sostenerte de tu actitud. Y es que cuando iba en el Chevy en voz alta dije: Dios, no sé de qué sostenerme. (Ni crean que se me puso aguita en los ojos mientras escribí esto).

Todo va bien, no es que esté pasando una tormenta ni nada, pero mi mente a veces no se para y no sé porqué llega a atormentarme. (Y aunque se oiga triste escribí esto riéndome porque sí, mi mente aunque sea un torbellino sé, que al final “here comes the sun”).

Es loco. Pero bueno, mi vida nunca ha sido normal así que no es anormal lo que digo. Lo único que puedo terminar diciendo es que es extraño que a veces he analizado mi vida y cuando no creo y estoy decaída, actúo como si sí  creyera. Haz de cuenta, cuando creo que no voy a lograr algo, actúo como si sí lo fuera a lograr y a veces funciona. Entonces creo que la respuesta a la pregunta “¿De dónde me sostengo” es: De mi actitud. Y que venga a decirme cualquier persona si no nació con ella porque lo regaño diciéndole que existe en cada uno de nosotros.

Ese “mood” de vestirte más guapa cuando estás dolida, ese suspiro que te echas en las canciones tristes pero que te empujan a creer que algo bueno va a pasarte, amo ese echarle el doble de ganas cuando no sabes ni que onda para que al final siempre la incertidumbre se disperse en medio de tanta actitud.

Así que comienzo esta semana diciéndoles que dentro de cada uno existe ese fabuloso espectáculo de optimismo que a veces nos olvidamos porque dejamos que las cosas externas nos definan. No señor, nosotros definimos y decidimos con qué actitud tomar todo.

Fin del comunicado. Amanecí dos veces, una a las cuatro de la mañana enredada en mis pensamientos y otra corriendo sudando mis preocupaciones. Una buena manera de llegar a la oficina. ¿Y tú cómo amaneciste? ¿Quieres amanecer otra vez? Se vale. Porque no es lo mismo despertar que amanecer. Los quiero.


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